El Santo Grial:

 

 Fue escrita por  Chrétien de Troyes entre los años 1159 y 1190.

Chrétien dedicó Lancelot  a la condesa María de Champagne, hija de Luis VII de Francia y esposa del conde Enrique de Champagne, que solían  residir en su palacio de Troyes.  Mari de la Champagne representó un papel importante en el florecimiento de la literatura llamada cortesana y la poesía de los trabadores.

El cuento del grial se interrumpe bruscamente, tras el verso 9234, dejando  en suspenso un episodio. Ello se debe o que a Chrétien de Troyes le sorprendió la muerte en plena redacción de la novela,

Esta novela escrita en versos octosilabos da comienzo al genero caballeresco. Chrétien usa con propósito a  la moral y a los contenidos religiosos. Con su novela nos introduce dentro del mundo del Rey Arturo y los caballeros de la mesa redonda que buscan al santo Grial que fue la copa que recogió la sangre de Jesucristo durante la última cena.

El protagonista de esta novela es un joven galés llamado Percival, que destaca por su nobleza, su valor y su buen corazón. Percival vive con su madre en plena naturaleza y sin contacto alguno con el mundo.  Su madre ha querido aislarlo para evitar que muera en el mundo de la caballería como sucedió a su esposo e hijo mayor. Por esa razón lo aísla del mundo. Pero un día Percival se encuentra con unos caballeros y decide unirse a ellos, lo cual hunde a su madre en la tristeza y le ocasiona la muerte. En la corte del rey Arturo, adonde acude a armarse caballero, le encomiendan que derrote al malvado Caballero Rojo, cosa que Percival consigue con una lanza. Tras ello, Percival va al castillo de Gornemant de Goor, un experimentado caballero, con el cual aprende con rapidez.

Sobre el amor puro entre Percival y Blancaflor:

Percival, ya armado caballero por Gornemant, participa en la defensa del castillo de Belrepeire, donde conoce a la joven Blancaflor, que despierta el amor en él. Tras esto, Percival acude al castillo del Grial, donde habita el Rey Pescador. Durante una cena, ve una extraña procesión, en la que se muestran tres elementos: una lanza, un grial y un plato. Estos tres objetos, así como el hecho de que Percival no pregunte sobre su significado, están cargados de complejos simbolismos.  El que el no pregunte es lo que lo hunde en desgracia. La lanza representa la Lanza Sagrada, aquella que fue clavada en el cuerpo de Cristo en la cruz; el grial, la copa donde se recogió la sangre de Cristo crucificado; y el plato alude al que se utiliza para la eucaristía. Por otra parte, el silencio de Percival ante la procesión tendrá terribles consecuencias para el Rey Pescador y para sí mismo, como le explicará su prima al día siguiente.

Percival continúa sus andanzas y aventuras, algunas de ellas compartidas con Gawain, un caballero que es sobrino del rey Arturo. Percival, como buen caballero, está idílicamente enamorado de la doncella Blancaflor, y durante toda la novela se observa la pasión por ella en forma de versos.

Percival y el ermitaño

Después de narrar algunas peripecias ocurridas a Gawain, Percival encuentra a un ermitaño, el cual le explica ciertas cosas sobre él y le confirma las palabras de su prima sobre su erróneo comportamiento en el castillo del Grial.

 

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