Con licencia para crear:
Los grandes libros ingleses impresos en el siglo XVI y comienzos del XVII tales como “Utopia” y las piezas teatrales de William Shakespiere ayudaron a formar la lengua inglesa. La traducción de la Biblia por Tyndale se convirtió en uno de esos libros que nos obsequia palabras nuevas y conformadoras tales como: Beautiful (bella), peacemaker (pacificador), scapegoat (chivo expiatorio) y long-suffering (resignación). El idioma como un organismo vivo esta cada día creciendo, alargándose, tomando nueva vida. Es Yolanda Arroyo Pizarro quien nos regala una de esas palabras nuevas que pasa a formar parte de nuestro argot casi sin que nos demos cuenta, sutilmente por lo bien que se ajusta, y lo atinada que suena:
“Pero igual he accedido a encontrarme con ella por dos razones. La primera es el desosirio que siento en su voz cuando me llama a mi oficina a principios de semana..” Pagina 14 del libro “Violeta”
Según su traductor, David Acevedo Caleb, desorio es una palabra inventada por Yolanda Arroyo que surge de la conjugaciones entre desolación y delirio y no es la primera vez que la utiliza, se puede encontrar en muchas de sus obras. Es una palabra adecuada que se introduce sin problemas en la lengua y crea esquemas mentales con su pronunciación.
Leer el nuevo libro de Yolanda Arroyo Pizarro “Violeta” es como sentarse a contemplar un atardecer especial de tonos Lilas, donde en el horizonte aparecen castillos y formaciones de fatamorgana. Espejismos de amores que pudieron haber sido y no fueron. De amores que son y siempre serán, de encubrimientos y traiciones que generaron desgarres en Vita Santiago. Vita como sinónimo de Vida, la vida tal como es, imperfecta, injusta, enredada pero hermosa como ese ocaso en plena libertad. Adentrarse en este libro y sus metáforas es disfrutar de este atardecer y observar el paso de un cometa. Saber que se tiene la suerte de observarlo porque esta cerca del sol y por eso lleva su cabellera suelta. Dejarse embriagar por esos gases que despide su núcleo.
Para crear el color Violeta hace falta el frío rojo y al caliente azul. Conjugándose. El mal con el bien. Los opuestos. Los amores todos atados a una misma cinta de color morado. Iolante, el amor eterno, Violeta la tía traicionera, Violeta la esposa. Violeta el color, violetas las flores (la lavanda, la orquídea, la lila). Violeta la piel que define.
Iolant es un antiguo nombre que significa Yolanda. ¿Habrá una conexión entre la protagonista/narradora (Iolante) de esta historia y su autora (Yolanda) ? “Contar una historia va mano a mano con el conocimiento de la vida; el conocimiento de uno mismo, en uno mismo, por uno mismo” De Sherezade, “Las mil y una noche.” Hay un tapete en este libro, como el hilo de Scherezade, con el que Yolanda Arroyo va tejiendo de su vida y de sus fantasías. Separlo no vale la pena. ¿Donde se termina una y acaba la otra? Saberlo destruiría la magia. Como plantea Vargas Llosa en “Cartas a un joven novelista” Lo vivido es la fuente que irriga las ficciones y el novelista se alimenta de sí mismo, como lo hace el Catoblepas, ese mítico animal que aparece en la novela de Flaubert.
Índigo, violeta y morado representan sabiduría, creatividad, independencia, dignidad, serenidad, cambio, trasgresión. Iolante es una artista, es además trasgresora, se enfrenta al mundo. A través de su yoga muestra su serenidad, su búsqueda de equilibrio. Yolanda Arroyo Pizarro es igualmente una artista de la palabra, transgresora que se enfrenta al mundo con serenidad, dignidad y amor. Una escritora que cambia paradigmas letra por letra, que denuncia, que revela.
Las mujeres de esta historia, todas en el mismo costal. Yusia como la cacica Taina de Loiza: justa, respetuosa, luchadora de derechos civiles. Y ni hablar de las “Violetas” en un gama de degrades, desde la mas oscura hasta la mas clara, desde la mas traidora hasta la mas inmadura. Todas buscando a la fiel y eterna amante: Iolante. Todas unidas a Vita, Vita que significa vida. Todas enfrentando la vida, el reguero cósmico de los pasos de cometas a que nos enfrentamos.
La “poliamoria” calma y madura que ofrece Yusia contrasta con la de Vita Santiago quien a pesar de sus múltiples matrimonios (sin deshacer legalmente) termina siempre en aquella línea del horizonte, donde se tiende junto a Iolante a contemplar el atardecer. Siempre vuelve a ella, siempre envuelta por los tonos sublimes de lila y morado que deja escapar el sol, como en un suspiro, antes de ocultarse.